El 6 de agosto, San Agustín de Las Madres revive su Bajada
San Agustín de las Madres es mucho más que una Imagen. Es mucho más que una Bajada. Es un sentimiento con el que se identifica un pueblo. Es un “gracias” a los vecinos y vecinas de Arafo que hacen posible la celebración de La Bajada.
La Bajada de San Agustín de Las Madres se celebra cada cuatro años y son muchas las personas que se involucran y hacen posible que suceda. Realmente se implica todo el pueblo en diferentes acciones, que van desde la conservación de la Imagen, el adecentamiento del sendero, la organización del trayecto, los preparativos de viandas y alimentos que se comparten, la música que suena, la vigilancia y seguridad para evitar contratiempos… y así hasta que finaliza el recorrido, no solo en la Bajada del sábado, 6 de agosto, sino, además, en la Subida que tendrá lugar en septiembre.
Recurrimos a la Historia de Arafo para conocer, o recordar, por qué se celebra este acontecimiento. Hacia 1745 la caída de un risco de gran tonelaje sepultó un tramo del barranco de Añavingo, impidiendo el discurrir del agua y con ello perjudicando gravemente a la población del lugar. Los vecinos trabajaron sin tregua durante largo tiempo para recuperar el cauce del agua, sin conseguirlo. Durante seis años se vivieron las consecuencias de la sequía, lo que obligaba a los araferos y araferas a desplazarse a Güímar para proveerse del imprescindible líquido.
Fueron muchas las acciones llevadas a cabo para devolver el cauce al barranco, pero resultaron ser infructuosas, por la que vecindad de este pueblo tinerfeño se encomendó a la fé. Después de realizar el novenario que mandaban las leyes eclesiásticas (por el que debían pagar y faltándoles aún un real y medio de plata para completar el pago), la vecindad de Arafo, con el encargado de cuidar la imagen, Juan Hernández Santiago, acompañados del capellán de la ermita, don Pedro de Castro, procesionaron con el cuadro de la Imagen hasta el naciente del Barranco de Añavingo. Entre plegarias y cantos lo dejaron en una cueva, con una vela encendida. Esa tarde-noche llovió. Cayó una gran tormenta y el agua volvió a manar, removiendo los obstáculos que impedían su paso y que no había sido posible quitar con el trabajo ni la fuerza humana. El primero en ver nuevamente el refrescante caudal fue el cuidador de la Imagen quien, además -y al día siguiente de la tormenta-, encontró cerca de la ermita el real y medio que faltaba para el pago del novenario.
Al pasar 19 días de lo ocurrido, muchas personas del pueblo fueron a buscar la imagen del Santo, en actitud de agradecimiento, para trasladarla desde el barranco hasta el pueblo. Esta fue la primera manifestación popular realizada y que ha dado lugar a la cuatrienal Bajada que se viene celebrando de manera periódica desde 1976.
A casi nadie se le escapa que la devoción a San Agustín de las Madres -y el deseo de participar en la Bajada, hace más visible a Arafo, convirtiéndolo en anfitrión de la celebración con la que se rememora el milagro ocurrido en el barranco de Añavingo en el año 1751.
El día 6 de agosto, Arafo vive su Bajada de San Agustín de Las Madres. Una celebración con identidad propia de este municipio y que es organizada, principalmente, por La Comisión, aunque también participan de manera imprescindible la parroquia y el ayuntamiento.
La responsabilidad de la Comisión en esta celebración es bastante amplia. Las personas que la conforman se responsabilizan de solicitar los permisos correspondientes y de custodiar a San Agustín de Las Madres, además de recaudar el dinero necesario para todos los detalles que conlleva esta festejo.
La talla del santo pertenece a la Comunidad de Regantes de Añavingo y se encuentra en el barranco que lleva su nombre, al que se llega desde el casco del pueblo, en una ruta de aproximadamente dos horas de duración, a través de la calle la Libertad y hasta la zona conocida como la Canal Alta. El trayecto en coche se puede realizar hasta donde empieza la pista de tierra. A partir de aquí todo es caminar por el sendero, barranco arriba.
Este lugar es un auténtico regalo de la naturaleza, en el que, andando por un sendero bastante transitable, podemos dejarnos envolver por el aroma a frescura. Granados, pinos, tajinastes, jaras, brezos, castañeros, ciruelos, guinderos e higueras embriagan nuestro sentido, acariciado por el arrullo del agua que baja hacia el pueblo.
En el barranco de Añavingo nacieron las fuentes de agua que abastecieron a los habitantes de Arafo, entre grandes paredes de piedra y roca que se alzan hasta el cielo, empequeñeciéndonos ante la grandeza que ve nuestros ojos y presiente nuestra alma, cuanto más nos acercamos a la morada de la Imagen de San Agustín de Las Madres.
Llegado a este punto, mención especial merece quien la cuidase durante más de 40 años con auténtico mimo y celo, Marcos Fariña, quien falleciera el pasado 31 de marzo. Él conocía el barranco como la palma de su mano puesto que lo recorría a diario. Tuvimos la oportunidad de entrevistar a Marcos en la última Bajada y recordamos como, con auténtica pasión, nos hablaba de su santito, “no sólo he vivido la Bajada de San Agustín de la década de los 70 sino incluso alguna bastante anterior. En aquella época era muchísima la gente que acompañaba al Santo. Aquí mismo (ya en la zona asfaltada del camino y próxima a su casa) ponían un asadero de carne, allí otro… y así muchos. ¡Con sardinas y carne!”.
La Bajada de San Agustín de las Madres se volverá a vivir el próximo sábado 6 de agosto y serán miles las personas que le acompañen a su paso.
A lo largo del trazado se viven momentos de compartir y de alimentar, tanto el espíritu con la Santa Misa, como el cuerpo con la comida que se ha preparado para la ocasión protagonizada, principalmente, por el aroma que desprenden los asaderos de sardinas.
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